Las pesadillas no son solo entidad de niños. Los sueños de varios adultos incluso albergan episodios aterradores. Conozca el finalidad por el que se producen y sepa cómo aguantar estas angustiosas parasomnias “Todos soñamos todas las noches, pero algunas personas no lo recuerden”, afirma Diego García-Borreguero, doctor en Neurología y Psiquiatría y cabeza del Liceo de Investigaciones del Sueño.
El conocedor explica que los sueños y, por lo tanto las pesadillas, se producen mientras la fase Rem (movimientos oculares rápidos, por sus siglas en anglosajón), una fase del sueño en la que se da una activación de la corteza racional y, a la vez, una detención del aparato locomotor. A lo largo de la tenebrosidad, el sueño Rem se va alternando con las distintas fases de sueño denominado no Rem o de ondas lentas.
Durante este ejemplo de sueño, la actividad intelectual es menor y no existe detención del aparato locomotor, por lo que es posible moverse. El sueño no Rem, según indica el doctor, es más habitual al principio de la tinieblas, mientras que más tarde los periodos de sueño Rem se hacen más extensos.
Por eso lo más habitual es tener pesadillas en los dos últimos tercios de la tinieblas. “Las pesadillas son sueños cargados de ansiedad. Así, un sueño podría ser ir paseando en bicicleta anexo a la margen de un río. Pero si en el espacio de ese paseo, del río surge un esperpento que nos persigue y nos intenta atrapar, hablamos de una angustia”, detalla García-borreguero
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